viernes, 5 de enero de 2007

Sobre Fotografía en Walter Benjamin

Elías Marín Lara

Presentación
La base para este trabajo la constituye el texto: “Pequeña historia de la fotografía” de Walter Benjamin,

En “Pequeña historia de la fotografía” publicado en 1931, Benjamin estructura una historia que se divide en dos periodos fundamentales; uno, el comprendido en los primeros diez años después de que el estado francés diera a conocer el invento de la daguerrotipia en agosto de 1839, y el segundo durante los diez años posteriores en que se dio una decadencia y mercantilización indiscriminada del retrato fotográfico. Este texto está fuertemente relacionado con otro denominado “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica” y con su obra inconclusa “Los Pasajes” a la que posteriormente le dio el titulo de “Paris capital del siglo XIX”.

“Pequeña historia de la fotografía” fue publicado en Die Literarische Welt en 1931. En octubre de ese año escribe Benjamin a Scholem sobre su libro fundamental “La obra de los pasajes”, inconclusa a su muerte: “Te has dado cuenta de que el estudio sobre la fotografía procede de prolegómenos de “La obra de los pasajes”; pero, ¿es que habrá alguna vez de ésta algo mas que prolegómenos y paralipómenos?”

En este trabajo me refiero a algunas ideas protagónicas que se pueden considerar como vínculos entre los tres textos mencionados. Conceptos como los de: “Aura”, “Valor Cultual” y “Moda” los analizamos dentro del contexto de la historia de la fotografía, y a partir de esta, nos referimos a ciertos temas particulares.

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El marco de referencia que Benjamin establece para delimitar los periodos históricos que reconoce en el proceso de advenimiento y desarrollo de la fotografía, es el de la presencia del “aura” en la imagen y el valor cultual de la misma como obra de arte.

Para el autor, el aura está constituida por el “aquí y ahora” de la obra de arte, un cronotopo único relacionado con el momento histórico de su creación que le otorga autenticidad. Este concepto de aura se aplica también a objetos naturales y aquí se define como la “irrepetible aparición de una lejanía, por cerca que ésta pueda estar”. Esto es, la singularidad de un espacio natural que aún manifestándose cercano y accesible físicamente, se mantiene distante en su carácter sublime.

En el caso de la obra de arte el aura se manifiesta socialmente a través del valor cultual que adquiere de forma innata al producirse en el seno de una tradición: “el valor único de la autentica obra de arte se funda en el ritual en que tuvo su primer y original valor útil”

Estos dos conceptos fundamentales en los postulados de Benjamin, se presentan de cierta manera inestables porque sus implicaciones están depositadas en el espectador mas que en la propia obra de arte.

Tanto el aura como el valor cultual son atributos externos de la obra de arte, la primera se mantiene sujeta al conocimiento que tenga el espectador acerca de las circunstancias de la cultura que creó esa determinada obra y la segunda es susceptible a variaciones originadas en diferentes escenarios históricos o culturales.

El aura sostiene la autenticidad de la obra de arte en la medida en que el espectador conozca y aprecie el entorno cultural en que esta fue creada.

Al centrarse exclusivamente en la autenticidad de la obra de arte frente a la reproducción, Benjamin deja de lado un elemento fundamental, la potencia de la obra de arte como agente evocador de sensaciones y pensamiento en el espectador. Si seguimos a Aristóteles, la obra artística debe producir un efecto en el público -la tragedia debe llevar a la catársis- y esta cualidad de la obra de arte no debería ser dependiente de su origen o del culto que se le rinda.

¿Cuáles son la coordenadas que demarcan el aura de la monalisa? No están claras históricamente las condiciones de su creación, de manera que no puede asignarse un valor cierto a su “aquí y ahora”. Puede ubicarse esta obra cronológicamente con relativa exactitud y construir relaciones teóricas con otros trabajos de su autor en el mismo periodo, pero, ¿es necesario saber todo esto para que aquella desconcertante sonrisa despierte emociones en el espectador? ¿no puede el neófito verse igualmente afectado por esa melancólica expresión?

El valor cultual de la obra de arte es inestable en la medida en que se producen desplazamientos que lo mueven desde la tradición hacia el lugar de origen o hacia el autor. El poseedor de una pintura de Dalí que este haya dejado de firmar, tendrá una obra sin ningún valor comercial, pero además, excluida o invisibilizada por el discurso artístico autorizado, en función de su no comprobada autoría, obviando su verdadera potencia expresiva y evocativa. El valor de la obra se ha desplazado a la firma, el objeto de culto es el autor.

La noción de aura que postula Benjamin parece funcionar para construir el cerco que delimita a un publico docto que va hacia la obra de arte provisto de una refinada educación, soportando así la estructura limítrofe entre cultura de elite y cultura de masas.

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A partir de la segregación maniquea entre cultura elitista y cultura de masas, o “cultura superior” y “cultura inferior”, entendemos que la reproducción a la que hace referencia Benjamin, toma elementos del nivel superior de cultura y lo introduce masiva e indiscriminadamente en el nivel inferior. El problema es que esta transferencia tiene necesariamente que estar mediada por un proceso de simplificación de la obra de arte que han desarrollado y convertido en su principal herramienta los medios de comunicación masiva: “la adecuación del gusto y del lenguaje a la capacidad receptiva media”. (Eco, 1999. P31)

La preocupación de Benjamin está centrada en las repercusiones políticas de esta adecuación del gusto, porque ella está producida en el seno de la clase política dominante, y no es necesariamente una adecuación inocente, tal como lo apunta Pignataro (1977. P62) “El proceso mediante el cual la élite cree llevar la cultura a las masas implica una selección de información, y esta preselección supone en mayor o menor grado, una orientación ideológica, o una preferencia ideológica, si se quiere…”

Por otro lado, la promoción del consumo masivo de mercaderías mediante la fabricación de necesidades en un proceso liderado por la moda, se convierte en un poderoso instrumento de dominación orientado a la unificación del gusto y las preferencias. Por debajo de este proceso de puesta en circulación de objetos de arte mediatizados, subyace una estructura de cambios de la percepción y de reformulación de las formas de construcción social de la realidad, que Benjamin identifica como el “esteticismo de la vida política”, cuyo punto de culminación es la guerra. La guerra como consecuencia de una tecnología y un progreso tecnológicos no dominados por el ser humano

“La proletarización creciente del hombre actual y el alineamiento también creciente de las masas, son dos caras de uno y el mismo suceso. El fascismo intenta organizar las masas recientemente proletarizadas sin tocar las condiciones de la propiedad que dichas masas urgen por suprimir. El fascismo ve su salvación en que las masas lleguen a expresarse (pero que ni por asomo hagan valer sus derechos). Las masa tiene derecho a exigir que se modifiquen las condiciones de la propiedad; el fascismo procura que se expresen precisamente en la conservación de dichas condiciones. En consecuencia desemboca en un esteticismo de la vida política. A la violación de las masas que el fascismo impone por la fuerza en el culto a un caudillo, corresponde la violación de todo un mecanismo puesto al servicio de la fabricación de valores cultuales”
(Benjamin, 1982. P 55-56)

Benjamin acusa el enorme peligro que representa el uso político de los medios de reproducción como la fotografía y el cine. Del cine dice que es el instrumento de entrenamiento del público en el proceso de “recepción en la dispersión” es decir de un proceso en el que el espectador es una especie de depositario pasivo de información. “El público es un examinador, pero un examinador que se dispersa.” Cuando, refiriéndose a la producción cinematográfica, habla del predominio, del "aparato" sobre la persona, y del proceso "inconsciente" de montaje sobre el proceso de la experiencia consciente, identifica también las herramientas que unos años mas tarde habrá de utilizar magistralmente Leni Riefenstahl en su documental "El triunfo de la voluntad".

Aún cuando, como dice Benjamin, la fotografía y el cine contribuyeron decisivamente en la difusión de objetos culturales predigeridos para alimentar a un público de escasa instrucción, la realidad es que el proceso de desclasificación de la obra de arte se inicia con la imprenta y la expansión de las letras.

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Ante la democratización de la sociedad, las clases sociales mas elevadas buscan distinguirse y caracterizarse con relación a las inferiores por medio de símbolos a través de lo que Veblen denominó en su Teoría de la Clase Ociosa como: consumo conspicuo, consumo notable, raro, aun cuando esto represente la utilización de objetos inútiles y estrafalarios. “La estética del hombre exquisito fue siempre la estética de lo impráctico, de los sustraído a toda finalidad, de lo inmotivado, de lo carente de función” (Aicher 1997. P36)

La dinámica de circulación de la moda funciona como un circulo vicioso en el cual las clases sociales mas poderosas fabrican sistemas de símbolos para diferenciarse y las clases medias o inferiores buscan acercarse socialmente utilizando los mismos objetos o copias a su alcance, solo para animar a las clases superiores a producir nuevamente objetos de culto que las vuelvan a distanciar aunque sea temporalmente. La preocupación de Benjamin por la dominación que ejerce la moda sobre el hombre como victima de esta estructura alienante, es evidente en la referencia que hace al poema de Giacomo Leopardi (“Dialogo de la Moda e la Morte”, 1824).

"Moda: Madama Morte madama Morte
Morte: Aspetta che sia l'ora, e verrò senza che tu mi chiami.
Moda: Madama Morte.
Morte: Vattene col diavolo. Verrò quando tu non vorrai.
Moda: Come se io non fossi immortale”
.

En este texto de Leopardi, de su poemario “Le operette morali”, la moda se presenta ante la muerte como su hermana, siendo ambas producto de la caducidad:
“Moda: Digo que nuestra naturaleza y uso común es de renovar continuamente el mundo pero tu desde el principio te lanzaste hacia las personas y la sangre; yo me conformo generalmente con la barba, el cabello, los vestidos (...) yo no me privo de realizar numeroso juegos comparables a los tuyos como verbigracia, perforar orejas, labios o narices y dañarlos con las naderías que cuelgo de sus orificios, abrasar las carnes de los hombres a los que obligo a practicarse tatuajes por motivos de belleza, deformar las cabezas de los niños con vendajes y otros ingenios..., deformar a la gente con calzados demasiados estrechos, dejarlos sin respiración y hacer que los ojos se les salten por la estrechez de los corsés y cien cosas más de esta naturaleza (…) yo persuado y obligo a todos los hombres gentiles a soportar cada día mil esfuerzos e incomodidades y a menudo dolores y sufrimientos, y algunos a morir gloriosamente por el amor que me profesan…”.

La muerte está presente en muchos de los retratos del periodo de la decadencia. La muerte del individuo se alojó en el culto a la posición social. Muerto está Leotard: el trapecista acabó con el hombre. “La Bailarina”, “El Actor”, “El Sabio”; títulos que se tornaron en tiranos para anular al individuo.

Pero la muerte no la trajo la fotografía, esa muerte ya estaba firmemente asentada en esa sociedad. La fotografía fue instrumentalizada y prostituida para satisfacer los absurdos de la decadencia del gusto burgués.

Aún cuando los adelantos en la técnica fotográfica permitieron una reducción en los costos de las copias y contribuyeron a la popularización del retrato, esto por si solo no fue la causa de esta degeneración. Las causas de este fenómeno fueron muchas y muy complejas.

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Benjamin sitúa lo que él categoriza como el periodo de decadencia de la fotografía en el segundo decenio después de la invención de la daguerrotipia. Estos primeros diez años constituyeron el tiempo suficiente para que con el advenimiento de progresos técnicos y el abaratamiento de los equipos, se popularizara el oficio de fotógrafo, pero también, fue determinante el hecho de que, durante estos primeros años, los sujetos de la fotografía fueron principalmente los miembros de la intelectualidad parisina, lo que acrecentó el prestigio de la nueva técnica. El concurso de estas condiciones insertaron a la fotografía en el creciente mercado del retrato.

Durante ese primer decenio de la historia de la fotografía, el daguerrotipo era producto de un procedimiento complicado y costoso, que lo hacia muy poco accesible, de modo que solo la alta burguesía y los intelectuales podían tener acceso a él. Gran parte del prestigio que hizo a la fotografía un producto de significado social, se debe a Nadar, que siendo un personaje que se movía en los círculos artísticos e intelectuales del Paris de la época, hizo retratos de gran parte de sus amigos, a los cuales les cobraba muy poco o no les cobraba del todo. Ante el lente de Nadar posaron personajes como Gustave Doré, Eugene Delacroix y hasta el mismo Baudelaire.

Cuando la fotografía llegó a manos de la burguesía ascendente, constituida por una mayoría carente de instrucción, fue utilizada para satisfacer sus deseos de pertenencia a una clase social. Fotógrafos cuya única motivación consistía en hacer dinero con la actividad del retrato, popularizaron una modalidad en la que el retratado se sustrae de la imagen. El decorado y la escenografía montada para cada uno de los actores sociales producen imágenes que caricaturizan al personaje y lo convierten en una representación del estereotipo social pretendido. “El arquetipo de una capa social borra al ser individual” (Freund, 1993. P61). Una variante de este retrato escenográfico podemos verla aún hoy, en los estudios comerciales que producen fotografías de un bebé sentado en pacas de heno rodeado de patitos, o una niña con traje de primera comunión en un bosque.

Cuando Benjamin trata del periodo decadente del retrato fotográfico, pone a la fotografía como causa en un proceso en el que, por el contrario, ella fue mas una victima. El empobrecimiento estético del retrato ya era corriente antes de que existiera la fotografía cuando los retratistas se veían obligados por las tendencias sociales a falsear e idealizar cada rostro para que se pareciera al tipo humano dominante: al Príncipe. “El 28 de julio de 1831, un parisino expuso su retrato al mismo tiempo que el de Luís Felipe, acompañándolos de la siguiente inscripción: “Ya no existe distancia alguna entre Felipe y yo; él es rey-ciudadano, yo soy ciudadano-rey”. (Freund, 1993. P24).

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Ya antes de la invención de la daguerrotipia, el retrato era un símbolo de distinción solo accesible a las clases privilegiadas que, sin embargo, era objeto de las pretensiones sociales de la ascendente burguesía: “Con el ascenso de las capas burguesas y el incremento de su bienestar material, aumenta la necesidad de hacerse valer. (…) Honda necesidad que encuentra su manifestación característica en el retrato y que se haya en función directa del esfuerzo de la personalidad por afirmarse y tomar conciencia de si misma. El retrato que en Francia era, desde hacía siglos, privilegio de algunos círculos, se somete con el desplazamiento social, a una democratización. Ya desde antes de la Revolución francesa, la moda del retrato comienza a extenderse en los medios burgueses.” (Freund, 1993. P13)

El retrato ejecutado por un pintor retratista, era, como hemos dicho, privilegio de las clases nobles, pero la burguesía ascendente y las clases medias contaban con sus versiones mas económicas que les permitían acercarse socialmente a sus referentes. El retrato en miniatura era ya una opción accesible que se simplificó aún mas con la técnica de la silhuette, y la tremenda popularidad de ésta, provocó a su vez la aparición del fisionotrazo. El fisionotrazo no tiene nada en común con la fotografía, y sin embargo, representó la primera mecanización del procedimiento para elaborar los retratos. Como se desprende del texto de Freund (1993. P17) ya en este momento, el pintor retratista había sido desplazado: “Si, en el retrato miniatura, el valor artístico y la personalidad del pintor desempeñaban una función importante, las mismas cualidades se reducían en el cortador de siluetas a una simple habilidad manual; como máximo su talento podía evidenciarse en los retoques de los rasgos de un perfil. El fisionotrazo ni siquiera exigía esa habilidad. Bastaba con dibujar los contornos de la sombra y trasladarlos a una placa de metal para grabarlos. Una sola sesión era mas que suficiente. Así se obtenían retratos a un módico precio que se vendían por series”

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La diferencia cualitativa que encuentra Benjamin entre las imágenes producidas durante los primeros diez años de historia de la fotografía y las posteriores, se la atribuye exclusivamente al progreso técnico que permitió la reducción de los tiempos de exposición. Según esta tesis, la actitud que asumían las personas que iban a ser retratadas ante el aparato y su vivencia durante el extendido periodo de inmovilidad al que se veían sometidos, constituyen los soportes del aura de esas imágenes. A estas conclusiones llega Benjamin a partir de la comparación entre las imágenes producidas por Nadar, Hill y Cameron, con las de numerosos fotógrafos que hicieron de retratistas en el periodo de comercialización indiscriminada de la imagen.

No hay duda de que existe una oceánica distancia cualitativa entre las primeras imágenes de Nadar y las de Disderi, pero esta diferencia no puede ser atribuida únicamente a la técnica. Una conclusión de esta naturaleza resulta de una perspectiva reduccionista que excluye al fotógrafo como protagonista en la creación de la imagen. No se puede obviar un hecho fundamental, y es, que la actitud ante la fotografía de estos dos personajes era también diametralmente opuesta; Nadar era un hombre ilustrado que estaba en contacto permanente con las vanguardias artísticas e intelectuales de su época y fotografiaba a sus amigos con intereses mas experimentales que económicos. “Nadar fue el primero en descubrir el rostro humano a través del aparato fotográfico. El objetivo se sumerge en la intimidad de la fisionomía. La búsqueda de Nadar no tiende a la belleza externa del rostro; aspira sobre todo a que resalte la expresión característica de un hombre” (Freund. 1993. P41). En el otro extremo hay que situar a Disderi, que siendo un comerciante de escasa instrucción vio en la fotografía un medio para enriquecerse rápidamente, redujo el formato de las impresiones y creo la tarjeta de visita con lo que se hizo efectivamente millonario.

Una comparación entre las imágenes producidas por estos dos personajes nos lleva a un hecho que Benjamin parece haber dejado de lado; una fotografía puede decir mas de quien está detrás de la cámara que del mismo sujeto retratado. Los hermosos retratos producidos por Julia Margaret Cameron dan cuenta de su espiritualidad y del profundo respeto que pone en evidencia para quienes fueron sus modelos. En todos esos rostros magistralmente iluminados, se revela con una sensible claridad el alma de la fotógrafa. Esta artista que viviendo en el campo, se dedicó a hacer retratos de su familia, sus sirvientes y lo amigos que la visitaban, produjo imágenes que tienen indudablemente el aura de que habla Benjamin, esa “irrepetible aparición de una lejanía por cerca que esta pueda estar” , una manifestación de lo sublime que mantiene a la imagen alejada aunque se la tenga al frente.

“Dotaciones estructurales, texturas celulares, con las que acostumbran a contar la técnica, la medicina, tienen un afinidad mas original con la cámara que un paisaje sentimentalizado o un retrato lleno de espiritualidad”. Palabras de Benjamin que se desvanecen ante una imagen producida por Cameron.

La técnica fotográfica resultaba fácil de aprender y de dominar para mediados del siglo XIX, de allí la proliferación exponencial de talleres y estudios que se dio en ese momento. Pero el dominio de la técnica es solo la pericia en el manejo de las herramientas, la maestría está en otra parte. En el ojo que mira a través del visor se manifiesta físicamente la sensibilidad del fotógrafo, la mirada que compone una realidad desconstruyendola y fragmentándola es el canal que succiona toda la espiritualidad del fotógrafo para devolvérsela en una imagen de si mismo.

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Benjamin, haciéndose eco de las palabras de Baudelaire, delimita el campo de la fotografía al de servir de apoyo a la ciencia y menciona el trabajo de Sanders como ejemplo de un estudio de la sociedad alemana, mas adelante cita las palabras de Doblin: “Igual que existe una anatomía comparada, única desde la que se llega a captar la naturaleza y la historia de los órganos, ha practicado este fotógrafo una fotografía comparada y ha ganado con ella un punto de mira científico que está por encima del que es propio del fotógrafo de detalle”

Ciertamente la fotografía puede servir de apoyo a la ciencia y esa ha sido una de sus principales aplicaciones, tal como lo anticipó el sabio Arago en su exposición en la Academia de las Ciencias el 19 de agosto de 1839. Cuando Nadar fotografió por primera vez los drenajes subterráneos de Paris (introduciendo el uso de iluminación artificial) el mundo vio la primera aplicación practica de la fotografía en el campo de la ciencia y la tecnología. Pero resulta que en las imágenes de Sanders, no se manifiesta la objetivación del sujeto retratado, que sería propia de un estudio de naturaleza antropológica como correspondería al marco en que se ha querido encerrar forzosamente su trabajo. Por el contrario, la belleza de estas imágenes surge de la relación de respeto y acercamiento intimo entre el fotógrafo y su fotografiado. Sanders no estaba estudiando los tipos humanos como se ha mencionado, en realidad, él viajó por toda Alemania retratándose a si mismo.

De naturaleza muy diferente resultan las imágenes de los primeros fotógrafos europeos que anduvieron por América Latina a mediados del siglo XIX y que se dedicaron a fotografiar “tipos humanos” reduciendo sus personajes a objetos de estudio, que representaban “lo curioso” y “lo exótico”. El fotógrafo asesinando al fotografiado. “¿No debe el fotógrafo –descendiente del augur y del arúspice—descubrir la culpa en sus imágenes y señalar al culpable?” pregunta Benjamin.

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“Si algo caracteriza hoy las relaciones entre arte y fotografía, ese algo sera la tension sin dirimir que aparece entre ambos a causa de la fotografía de las obras artísticas” dice Benjamin refiriéndose a que la reproducción fotográfica de obras de arte representa una “técnica reductiva” que posibilita la asimilación por parte de un público creciente. La fotografía de obras de arte en su dimensión científica está orientada al registro de colecciones de valor arqueológico o la creación de catálogos de obras recientes y su valor práctico es innegable, pero la preocupación del autor está centrada en las implicaciones sociales y políticas de la reproducción comercial de fotografías de obras de arte que se venden en forma de colecciones y en el caso de la arquitectura, bajo el formato de tarjetas postales. El producto de este comercio es una especie de fraude cultural, porque quien cree conocer el David de Miguel Angel a través de una fotografía está viviendo una ilusión aunque tenga una serie de fotografías que muestren todos los ángulos de la escultura. La fotografía no es la realidad; aunque como en el caso de la reproducción de obras de arte o de producto (publicidad) se procure anular al fotógrafo intentando registrar la realidad lo mas objetivamente posible. Es obvio que en el paso de una realidad tridimensional como la escultura o la arquitectura a una imagen en dos dimensiones existe una pérdida sustancial en un plano topológico, pero también existe distorsión en la escala de apreciación, porque la fotografía resultante es de unas dimensiones diferentes a las del objeto fotografiado.

La potencia de una imagen fotográfica no está cifrada en la pretensión de reproducir la realidad. La realidad cuyo reflejo es captado por el lente es equivalente a la arcilla con la que el escultor compone su pieza. Así como Leonardo pretendía liberar la figura que se encontraba atrapada dentro del bloque de mármol, el fotógrafo discrimina de su objetivo y libera una realidad subjetiva que está en su mirada.

Bibliografía

Aicher Otl. El mundo como proyecto. Ediciones Gustavo Gili. México. 2° edición. 1997.
Aperture Foundation, Inc. Masters of photography. Eugene Atget. Konemann editores. 1977.
Benjamin Walter. Discursos interrumpidos. Taurus ediciones. Madrid 1982. Prólogo, traducción y notas de Jesús Aguirre.
Benjamin Walter. Sobre el programa de filosofía futura y otros ensayos. Monte Avila editores. 1970. Versión castellana Roberto J. Vernengo.
Eco Umberto. Apocalípticos e Integrados. Editorial Lumen, Tusquets editores. 3° edición. 1999.
Fiedler Jeannine, Feierabend Peter. Bauhaus. Konemann ediciones. Colonia. 1999.
Freund Gisele. La fotografía como documento social. Ediciones Gustavo Gili. México. 6° edición. 1994.
Ortiz Renato. Modernidad y espacio, Benjamin en París. Enciclopedia Latinoamericana de Sociocultura y Comunicación. Grupo editorial Norma. Bogotá. 2000.
Pignataro Decio. Información, lenguaje, comunicación. Editorial Gustavo Gili. Barcelona. 1977.

Referencias


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Internet

www.getty.edu¬/art/collections
www.boxcameras.com/disdericdvsheet.htlm
www.historicopera.com/thumb_disderi_images.htlm
www.paulfrecker.com
www.asiansinamerica.org

Lozano Jorge. Walter Benjamin, la Moda: el eterno retorno de lo nuevo.
www..ucm.es/info/especulo/numero24/modaloz.htlm

Giacomo Leopardi. Dialogo della Moda e della Morte.
www. leopardi.it

Arquitectura Virtual – Arquitectura Material

Elías Marín Lara

“Habría que demostrar que hay menos materialidad en lo real de lo que parece, y mas realidad en lo imaginario de lo que uno cree, y, mediante esta aproximación, intentar estudiar su objeto común: la realidad humana.”
Edgar Morin

1 real – Imaginario
“Nota escrita por la mano del ciudadano Boullee sobre el mismo.
El ciudadano Boullee, profesor de Arquitectura en las Escuelas Centrales, guiado por amor a su arte, ha dedicado su vida a investigar sobre todo aquello que pudiese acelerar el progreso. Por medio del estudio de la naturaleza, ha adquirido una nueva teoría de los cuerpos, y, por medio de su aplicación a la arquitectura, ha llegado a demostrar que emana de los principios constitutivos de este arte.
Al contrario que otros autores, no ha confundido el arte propiamente dicho con la ciencia; sin pararse a comentar otra cosa que la teoría, se ha prescrito a si mismo unir los ejemplos con los preceptos; en consecuencia, ha tratado casi todos los grandes temas de la arquitectura… Su gran número de dibujos y diseños están ejecutados de manera precisa y dispuestos en un orden que le ha exigido una considerable dedicación,”
(Boullee, 1985. P.23)

Boullee junto con Ledoux y Durand ha sido considerados en la historia como los arquitectos revolucionarios, no por relación alguna con la Revolución Francesa -aun siendo contemporáneos a ella- sino por la radical ruptura con la tradición barroca que representarón sus planteamientos innovadores. Sus propuestas estéticas basadas en el uso de las figuras geométricas elementales, se han considerado fundacionales de la llamada arquitectura moderna que surgió a principios del siglo 20.

Sin embargo, el territorio donde Boullee fue trasgresor y verdaderamente revolucionario, ha sido menospreciado (y tolerado como una especie de excusable impertinencia) por el discurso teórico-histórico de la arquitectura, que nunca se ha cuestionado la aparente obviedad de la definición de arquitectura dada por Vitruvio el año 1 DC.

Es en el inicio del texto Architecture: Essai sur l´art, donde Boullee, toma distancia de toda la tradición y se permite contradecir la definición de arquitectura dada por Vitruvio considerando que al definir la arquitectura como el arte de construir, este comete un “error terrible”. “Vitruvio confunde el efecto con la causa. Hay que concebir para poder obrar. Nuestros padres no construyeron sus cabañas sino después de haber concebido su imagen. Esa creación que constituye la arquitectura es una producción del espíritu por medio de la cual podemos definir el arte de producir y de llevar a la perfección cualquier edificio. El arte de construir no es pues mas que un arte secundario que me parece conveniente definir como la parte científica de la arquitectura.” (Boullee, 1985. P.41,42)

Trazando esta significativa incisión en el concepto de arquitectura, Boullee suprime la exigencia de una construcción en “lo real” del objeto arquitectónico y le permite una legitima existencia dentro del ámbito de lo puramente especulativo, de la imaginación.

La definición vitruviana procede en forma lineal moviéndose desde la concepción por medio de la imaginación, hacia la proyección de esas imágenes en el papel o la pantalla, hasta finalizar en la construcción del objeto arquitectónico. Las dos primeras fases de este proceso están subordinadas a la tercera. Boullee nivela estas jerarquías suprimiendo la hegemonía de la construcción en “lo real”.

El hecho de que la desarticulación que ha operado Boullee en la noción vitruviana de arquitectura, haya sido descalificada por los discursos teóricos, tiene su origen en la concepción de una existencia dicotómica que se mueve entre lo real y lo imaginario como si fueran dos estratos diferentes de existencia.

En el campo del diseño arquitectónico, esta visión dicotómica funciona con una jerarquía establecida donde lo real es mas importante que lo imaginario y lo imaginario existe siempre subordinado a lo real. Aquello que es producto de la imaginación en materia de diseño, solo adquiere legitimidad cuando su objeto se construye en lo real.

Pero ¿dónde está la frontera entre lo real y lo imaginario? “Las fronteras son siempre borrosas, son siempre superpuestas”, dice Morin. (2004 p.105)

A partir de la mecánica cuántica, hemos tenido que considerar al universo no como formado según una historia singular, sino como poseedor de todas las historias posibles. Para enfrentar esta nueva incertidumbre, Stephen Hawking y Jim Hartle proponen en 1983, que la suma de historias del universo no se estudie como historias en tiempo real, sino que se plantee como historias en “tiempo imaginario” : “Como estas historias carecían de singularidades o de comienzo o final alguno, lo que allí sucedería quedaría enteramente determinado por las leyes de la física. Esto significaba la posibilidad de calcular lo sucedido en tiempo imaginario. Y si uno conoce la historia del universo en tiempo imaginario, puede calcular su comportamiento en tiempo real… …Aun no sabemos como hacer apropiadamente para el universo la suma de historias, pero podemos estar seguros de que implicará un tiempo imaginario y la idea de espacio-tiempo cerrado sobre si mismo.” (Hawking,1994 p.78)

Desde la perspectiva de la complejidad, entendemos la relación real–imaginario en términos dialógicos. Vemos esta dualidad contenida en la unidad en tanto que los términos pueden ser antagónicos y al mismo tiempo complementarios. Lo real está tan compuesto de lo imaginario, como lo imaginario está compuesto de lo real. “La realidad no es ni lo real, ni lo imaginario, sino su afirmación y negación mutuas” (Morin,1971 p.132)

2 imaginación – Proyecto - Construcción


Los proyectos de arquitectura con que Boulée acompaña su texto, tenían como fin quedarse en el papel, por lo menos, hasta que la técnica constructiva estuviera en condiciones de resolver la “parte científica” de esta arquitectura. Son edificios de escala gigantesca que su época no estaba en capacidad tecnológica de construir, Boullee es perfectamente consciente de ello, “Pero ¡que distancia separa la concepción de un proyecto de su ejecución!” (Boullee, 1985. P.122)

Desde la perspectiva de las técnicas de construcción, las limitaciones tecnológicas operan una dilatación del espacio entre la causa y el efecto, así, el objeto arquitectónico se constituye en una potencia que habita esta dimensión diferida haciéndose visible solamente en el papel o en la pantalla del computador.

Los proyectos de Boulee, como el “Cenotafio para Newton”, la “Biblioteca Nacional”, la “Iglesia Metropolitana”, el “Teatro de la Opera”, nunca han sido construidos en lo real, pero en su existencia como “proyectos” han sido tan poderosos que se consideran fundacionales de la arquitectura moderna de la primera mitad del siglo 20 y aun tienen presencia en algunas tendencias racionalistas de la arquitectura contemporánea.

La arquitectura puede entenderse como la suma de imaginación – proyección - construcción, pero dentro de una dinámica donde cada una de estas partes es conformada y conforma simultáneamente a las otras.

El proceso de diseño de un objeto arquitectónico involucra entre otras cosas, investigación, síntesis, creatividad, ejecución de bocetos y construcción de modelos.
El proyecto arquitectónico lo constituyen los dibujos o maquetas que permiten la comprensión del proyecto por terceras personas. Es como lo indica el término, una proyección de las ideas del diseñador en un medio que lo hace visible.

Uno de los principales afluentes de información que nutren el trabajo de diseño y proyecto, surge de la arquitectura construida en lo real, pero también de aquella que aun no ha sido construida y aquella que nunca lo será. (este es el ejemplo ya mencionado de los proyectos de Boullee y Ledoux)

Es así como un objeto arquitectónico construido o proyectado vive y se renueva en cada nuevo proyecto que se nutre de él y a su vez, este proyecto, irá a tener presencia en nuevos diseños y en nuevos edificios. Es un proceso de auto-constitución del discurso arquitectónico.

3 Arquitectura Virtual

El espacio diferido entre la arquitectura imaginada y la arquitectura construida, es el espacio del proyecto, de la especulación, de la experimentación. Es un espacio mixto, estriado y no liso, por el que se transita indiferentemente desde el papel al computador y viceversa, desde el modelo digital al modelo físico y viceversa, desde el modelo tridimensional al plano bidimensional y viceversa.

El espacio virtual, el de la arquitectura diferida, es ahora el de la transdiciplinariedad donde las fronteras entre el arquitecto y el creador de software, entre el arquitecto y el ingeniero de estructuras, entre el arquitecto y el matemático, se hacen difusas.

Este es el espacio donde se han llevado a cabo procesos de investigación formal y espacial que solo han sido posibles mediante las herramientas tecnológicas con que contamos hoy día. Utilizando estas herramientas se han incorporado al proceso de diseño arquitectónico elementos tan disímiles como: los análisis de la dinámica de fluidos que utiliza Greg Lynn sometiendo los modelos digitales a simulaciones de fuerzas ambientales, o la incorporación de diagramas tomados de muy diversos campos como los de ondas soliton, de funciones neuronales, de estructuras de ADN, o de cristales líquidos que Peter Eisenmann ha puesto a evolucionar como generadores de forma en sus proyectos.
Marcos Novak ha acuñado el término “transarquitectura” para referirse a la arquitectura de la “transmodernidad”, en un intento por proveer una vía de discusión frente a la nueva condición cultural en que estamos inmersos y las posibilidades arquitectónicas que se presentan. El termino transarquitectura intenta comprender un complejo fenómeno cultural que se mueve en un campo electrónico de dominio publico concebido algorítmicamente, que es modelado y simulado numéricamente. Un espacio construido mediante software, habitado interactivamente, usado para comunicación instantánea y tele presencia. Un espacio habitable dentro del cual estamos inmersos nosotros directamente o por concurso de nuestro “avatar” .

La transarquitectura no pretende ser construida en lo real, aspira a mas que eso, se presenta a si misma como la punta de lanza de una reformulación teórica que cuestiona mas que la dictadura de reglas inmutables impuestas por la modernidad (esto ya lo hizo el movimiento pos-moderno), la cartografía disciplinaria por un lado, y por otro, la configuración espacial de los elementos que se consideran componentes de la arquitectura.

El discurso teórico y estético de la transarquitectura está presente en la arquitectura construida que viene a ser el instrumento de su materialización, así como todo edificio que se construye reentra conceptualmente en el mundo virtual. Lo virtual y lo material son al mismo tiempo realidades diferentes y partes de la misma realidad.

La interacción realidad virtual – realidad material se entiende como un proceso recursivo según el cual: “los productos y lo efectos son, al mismo tiempo, causas y productores de aquello que los produce.” (Morin,2004 p.105)

4 Espacio topológico

La topología aparece como la más joven de las ramas clásicas de las matemáticas en el siglo diecisiete, con el nombre de analysis situs, esto es, análisis de la posición.

Con la aparición de la topología, el concepto de espacio sufre una radical modificación. El espacio ya no es únicamente el espacio métrico, cuantitativo, apoyado en una unidad de medida según la cual cada punto está ubicado por distancias relacionadas a ejes cartesianos (X,Y,Z). Ahora, el espacio topológico es decididamente un espacio no-métrico. Lo que le interesa a la topología es la relación de las partes con el todo, la relación objeto-conjunto. La topología está basada en la matemática de conjuntos.

El topólogo considera los mismos objetos que el geómetra, pero de modo distinto: no se fija en las distancias o los ángulos, ni siquiera de la alineación de los puntos. Para la topología un círculo es equivalente a una elipse; una esfera no se distingue de un cubo: se dice que la esfera y el cubo son objetos topológicamente equivalentes, porque se pasa de uno al otro mediante una transformación continua y reversible

En la matemática topológica las distancias no son significativas, lo importante es la pertenencia a una determinada región. Respecto a la configuración espacial existen regiones cerradas, regiones ilimitadas (abiertas) y regiones limitadas. Además estas regiones pueden estar simple o múltiplemente conectadas.

“Los procedimientos tensores de composición, típicos del campo topológico, no se producen solo por deformación, por cambios en las curvaturas de las superficies bidimensionales, y en particular por dilatación y compresión de la materialidad del campo, sino asimismo por corte. Cortar partes del campo según los trazados establecidos por la ley en el campo, significa pasar del bidimensional al tridimensional no por medio de curvaturas continuas (como en la deformación) sino mediante plegamientos.”
(Marcolli, 1978.p.198)

Los conceptos de plegamiento–desplegamiento, doblamiento-desdoblamiento (folding – unfolding) han tenido mucha influencia en el discurso arquitectónico de vanguardia a partir de los escritos de Deleuze, particularmente de: The Fold – Leibniz and the Baroque, the Pleats off Matter. (Articulo incluido en Di Cristina,2001. Pp. 39-43)

5 Arquitecturas recientes

El universo de la realidad virtual y la transarquitectura han servido como un laboratorio donde se ha podido explorar la manipulación de la forma mediante, pliegues, torsionados, desplazamientos, así como la introducción de coeficientes asintóticos o exponenciales para generar distorsiones.

La capacidad de procesar gran cantidad de datos en tiempos cada vez menores, ha puesto al alcance la generación de formas a partir de graficación de algoritmos matemáticos sometidos a procesos iterativos. Las herramientas de renderizado, visualización y animación permiten la exploración de los espacios intersticiales que revelan estas geometrías.

La concepción de la superficie como espacio topológico ha llevado a propuestas arquitectónicas que se resuelven mediante superficies de ilimitada continuidad donde las fronteras convencionales entre cerramientos y cubiertas se desvanecen. La arquitectura se describe por medio de superficies estructuradas autoportantes que se desplazan apareciendo en unos espacios como pared ,en otros como piso, y en otros como cubierta, operando así, una desterritorializacion de los elementos “básicos” o “palabras” de la arquitectura como columna, muro, viga, techo, etc.

La integración al sitio ya no es la del objeto ajeno que se incorpora a un lugar determinado intentando relacionarse armoniosamente con el, es la del objeto que nace del sitio en una morfogénesis topográfico-arquitectónica que crea un objeto no susceptible de ser llamado edificio en términos convencionales. Es un espacio habitable casi autogenerado mediante plegamientos de la superficie del terreno.


Bibliografía

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Dollens, DennIs. De lo Digital a lo Analógico. Editorial Gustavo Gili, Barcelona 2002.

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Marcolli, Atilio. Teoría del Campo. Curso de educación visual. Xarait Ediciones y Alberto Corazón Editor. Madrid, 1978.

Morin Edgar. Fragmentos para una antropología. La nueva imagen del hombre. Rodolfo Alonso Editor. Buenos Aires 1971. Este volumen reproduce fielmente el contenido del numero 18 de la revista Arguments (Paris, 2do trimestre de 1960) dirigida por Edgar Morin.


Morin Edgar. Introducción al Pensamiento Complejo. Edición española a cargo de Marcelo Pakman. Gedisa editorial. Barcelona 2004.

Quirós Valverde, Luís Fernando. Diseño, teoría, acción, sentido. Editorial Tecnológica de Costa Rica. Cartago, Costa Rica. 1998.

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Torres Martínez, Raúl. Los Nuevos Paradigmas en la Actual Revolución Científica y Tecnológica. Editorial Universidad Estatal a Distancia. San José, Costa Rica. 2003.

Publicaciones Periódicas

Architectural Record. N. 12, año 2001. Macgraw-Hill Editores.

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Area. N. 74, año 2004. Federico Motta Editore SpA. Milano.

Referencias de Internet (Arquitecturas)

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http://www.geocities.com/soho/gallery/1608/Asymptote.htm

BOULLE
http://www.spamula.net/blog/archives/000555.html

MASSIMILIANO FUKSAS
http://www.europaconcorsi.com/db/pub/architecture.php?id_scheda=4939&idimg=35495

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http://www.archilab.org/public/2000/catalog/shuhei/shuheien.htm#

ONL
http://www.archidose.org/Jul06/071006.html

HERZOG & DE MEURON
http://www.bjghw.gov.cn/forNationalStadium/indexeng.asp

Notas sobre la Arquitectura en Kant


Vicisitudes de la arquitectura en la “Crítica del Juicio” y en las "Observaciones sobre el sentimiento de Lo bello y lo sublime”, de Kant


Elías Marín Lara


Definición de arquitectura

En los textos estudiados, Kant ubica a la arquitectura como perteneciente a las artes figurativas y dentro de estas, en la “primera especie de bellas artes figurativas”

La arquitectura como parte de la plástica se pone en contraposición a la escultura porque mientras esta se ocupa de representar en una exhibición corporal los conceptos de las cosas que podrían existir en la naturaleza, la arquitectura debe dar “…una exhibición a los conceptos de las cosas que no son posibles mas que por el arte y cuya forma no tiene su principio en la naturaleza, sino en algun fin arbitrario, pero no debe dejar de lado la finalidad estética. En esta última especie de arte, el objeto de arte es destinado a un cierto uso al cual se hallan subordinadas las ideas estéticas como a su condición principal.”

En principio, en esta definición de lo que debe ser el motivo de la arquitectura aparecen cuatro elementos fundamentales:

1
En un primer estrato se delimita a la arquitectura en funcion del tipo de objetos que produce. Así, al estar incluida dentro de las bellas artes, produce objetos que “no son posibles mas que por el arte” y con esto se refiere Kant a las cosas producidas con libertad , es decir, “con una voluntad que toma la razón por principio de sus acciones”. El ser humano mediante el uso de la razon aplicada al arte tiene la posibilidad de escapar parcialmente del dominio de una naturaleza determinista. El arte es producto de la libertad, por lo tanto, solo es posible dentro del ambito de la actividad humana: “… cuando se nombra simplemente obra de arte, para distinguirla de un efecto de la naturaleza, se entiende siempre por esto una obra de los hombres.”
La producción del arte obedece a un fin arbitrario dado por la razón, es decir a una utilidad y se distingue de las formas que tienen su principio en la naturaleza porque estas son producidas dentro de un marco de leyes deterministas. Kant, pone, el ejemplo de la regularidad de los surcos de cera construidos por las abejas, esta construcción es una producción del instinto que no está fundada sobre una reflexión, es pura naturaleza.

2
En un segundo nivel la mención de la producción de objetos “cuya forma no tiene su principio en la naturaleza, sino en algun fin arbitrario …” conecta con la funcion que debe cumplir el objeto arquitectónico, y siendo este subordinado a una finalidad objetiva, es necesario que haya sido construido bajo algun principio de orden que rige la relación entre sus partes componentes. De modo que para apreciar la finalidad objetiva es necesario que se revele el concepto de un fin.
En este ambito el objeto arquitectónico pudiendo ser comprendido mediante un concepto, es provocador de un juicio de conocimiento en el sujeto.

3
El objeto arquitectónico, para cumplir con su finalidad estética, debe tener por fin inmediato el sentimiento de placer. La condición estética del objeto arquitectónico está en su capacidad de invocar en el sujeto un sentimiento de placer por medio de la imaginación. En este ambito el objeto arquitectónico es provocador de un juicio de gusto cuyo principio es puramente subjetivo, es decir , no dice nada del objeto en sí, “…sino simplemente del estado en que se encuentra el sujeto, cuando es afectado por la representación.”

4
Lo estético está subordinado al uso. El ser destinado a un uso, constituye la condición esencial del objeto arquitectónico: “…mas los templos, los edificios destinados a las reuniones públicas, y aun las habitaciones, los arcos de triunfo, las columnas, los mausoléos y todos los monumentos elevados en honor de ciertos hombres, pertenece a la arquitectura. Aun se pueden referir a ella los muebles (los objetos de carpintería y los utensilios de este género), porque la apropiación de una obra a cierto uso, es lo propio de una obra de arquitectura.”

En el campo de lo estético, el objeto arquitectónico mediante su aplicación a un uso, se distancia de las otras obras de la plástica que son hechas unicamente para la vista, estas deben agradar por si mismas y no son, “en tanto que exhibición corporal, más que una imitación de la naturaleza…”

Objeto arquitectónico

El objeto arquitectónico es posible solo por el arte y no resulta de la imitación de la naturaleza. Está constituido por una dualidad compleja que involucra las nociones de “juicio de gusto” y “juicio de conocimiento”. Esto es así porque en su constitucion convergen dos componentes básicos: “lo bello” y “lo bueno”. Dos componentes que participando juntos de un mismo objeto, no llegan, sin embargo, a unirse nunca.

Cada uno de estos dos componentes se revelan en el objeto arquitectónico de manera diversa:

A.
El objeto arquitectónico esta obligado a un uso y por lo tanto debe ser construido bajo principios racionales que dispongan la composición de sus partes en consecuencia con su función. Al estar organizado mediante principios, se hace susceptible de un juicio de conocimiento y este juicio de conocimiento es la condicion para que pueda ser comprendido y declarado “bueno” (util).
La aplicación del objeto arquitectónico a un uso, lo somete a principos de orden geométrico que debe respetar, asi, “la regularidad que consiste en la simetría, debe expresar la unidad de intuición que acompaña al concepto de fin, y pertenece al conocimiento.”

Entonces, para el caso de los objetos destinados a un uso especifico, es necesario que su composición esté basada en un orden geométrico a partir de figuras regulares dispuestas con simetría entre ellas.

B.
El objeto arquitectónico esta obligado a cumplir una función estetica y para ello debe alcanzar la calificación de bello, lo que lo hace acreedor de un juicio de gusto que es la condición para que ser declarado bello. “Para decidir si una cosa es bella o no lo es, no referimos la representación a un objeto por medio del entendimiento, sino al sujeto y al sentimiento de placer o de pena por medio de la imaginación…”

Tratandose de la belleza, el orden geométrico regular y la simetría deberían ser abandonados puesto que “Todo objeto perfectamente regular (que se aproxima a la regularidad matemática) tiene algo en sí que repugna al gusto…”
Es propio del juicio de gusto, mas bien, deleitarse en la contemplación de todo aquello que es nuevo para el sujeto y en lo que la imaginación se puede ejercitar libre y armoniosamente.


¿Como se comportan estos dos elementos que participan de esta naturaleza dual del objeto arquitectónico?

Lo bello
Lo bello sería aquello cuya apreciación “…tiene por principio una finalidad puramente formal, es decir, una finalidad sin fin…” . La apreciación de lo bello no está en contacto con el fin o la utilidad que pueda ser atribuida al objeto. Lo bello se mueve en el ambito de las sensaciones que el objeto provoca en el sujeto y no está en relacion con conceptos: “Para hallar la belleza, no hay necesidad de esto. Las flores, los dibujos trazados libremente, las líneas entrelazadas sin objeto, y los follajes, como se dice en arquitectura, todo esto corresponde a las cosas que nada significan, que no dependen de ningún concepto determinado, y que agradan sin embargo. La satisfacción referente a lo bello debe depender de la reflexión hecha sobre un objeto, que conduce a un concepto cualquiera (que queda indeterminado),…”

A diferencia de lo bueno, lo bello por si solo no permite el conocimiento, no está relacionado con ningún concepto. “Por lo que el juicio del gusto es un juicio estético, es decir, un juicio que descansa sobre principios subjetivos, y cuyo motivo no puede ser un concepto…”

Lo bueno
Lo bueno supone una “finalidad objetiva”, es decir la relación del objeto con un fin determinado. El hecho de que lo bueno se constituya en una confluencia de elementos orientados a un fin hace que la finalidad objetiva solo pueda ser reconocida mediante un concepto. “Para hallar una cosa buena, es necesario saber lo que debe ser esta cosa, es decir, tener un concepto de ella”.
La finalidad objetiva corresponde a las posibilidades del objeto de ser util al sujeto para algo y puede manifestarse como externa al objeto mismo, en el caso de la utilidad o interna tratandose del fin o la perfección del objeto.

Es importante la distinción que hace Kant entre el fin (perfección) y la utilidad porque estos se mueven en direcciones diferentes:

o En el orden subjetivo: La utilidad es exterior al objeto y por lo tanto se encuentra en el plano subjetivo. La utilidad no está en la cosa, está en el sujeto que la proyecta en ella. El hecho de que atribuyamos una utilidad o un uso específico a determinado objeto, como un edificio, por ejemplo, no hace que esa utilidad sea parte constitutiva de ese objeto.

o En el orden objetivo: El fin es inherente al objeto, es la “finalidad objetiva interna”, la “perfeccion”, pero mas que eso, constituye la condición misma de posibilidad de ese objeto. El concepto de “perfección” del objeto se constituye en la estructura que da coherencia a la composición del mismo. Es el concepto que explica su fin interno y por lo tanto, es el contenedor de la posibilidad del objeto mismo.


Dicotomía bueno - bello


Lo bueno y lo bello son elementos irreductibles el uno al otro, lo bueno no puede ser bello por si mismo y lo bello no puede ser bueno sin alterar su naturaleza, pero estos dos elementos coexisten en el objeto de arte. “Hablando con propiedad, ni la belleza se une a la perfección, ni la perfección a la belleza…”.

Resaltan aqui dos apectos importantes:
1. La coexistencia entre belleza y perfección (“union del gusto con la razon”), no es igual para todos los objetos de arte. Es una convivencia controlada por reglas relativas a cada tipo de objeto, por “…reglas relativamente a ciertos objetos, cuyos fines son determinados…”

En el caso de la arquitectura estas reglas son diferentes entre los distintos tipos de objetos (edificios) porque estan en relación con la utilidad a que sera destinado cada uno de ellos. Asi, para un establo los requerimientos estéticos serán muy diferentes que para un mausoléo, por ejemplo.

2. El conjunto de reglas que rigen esta coexistencia determina una relación de jerarquía; la belleza está subordinada a la perfección: “Mas estas no son, por lo mismo, reglas del gusto; no son más que reglas de la unión del gusto con la razón, es decir, de lo bello con lo bueno, que convierten aquel en instrumento de este…”

En la union del gusto con la razón, esta última se ubicará siempre en una posición jerárquica privilegiada porque está en concordancia con el uso a que se destinará el objeto arquitectónico y el objeto arquitectónico existe como tal, solo por su aplicación a una utilidad.

Belleza adherente


En el caso del objeto arquitectónico, -asi como en la anatomia humana- esta convivencia: belleza / perfección; gusto / razón, se resuelve con la formula de la “belleza adherente”. Es decir, un tipo de belleza condicional que se atribuye a objetos que se hallan sometidos al concepto de un fin particular.: “Mas la belleza de un hombre (y en la misma especie, la de una mujer, la de un niño), la belleza de un caballo, de un edificio (como una iglesia, un palacio, un arsenal, una casa de campo), suponen un concepto de fin que determina lo que debe ser la cosa, y, por consiguiente, un concepto de su perfección; esta no es más que una belleza adherente”.

El objeto arquitectónico no resulta bello en si mismo, sino que es portador de una “simple belleza adherente”. Esta modalidad de belleza, por lo tanto, no funciona en un plano de inmanencia, sino que es anexa al objeto en sí y está subordinada a su finalidad objetiva (del objeto).

La belleza adherente como elemento anexo se somete al concepto de perfección del objeto arquitectónico. Cuando Kant dice: "Se podría agregar a un edificio muchas cosas que agradaran inmediatamente a la vista, si este edificio no debiera ser una iglesia...”. pone en evidencia algunos elementos importantes que se tratan a continuación:

Siendo la belleza que participa del objeto arquitectónico, una “simple belleza adherente”, siempre estará subordinada al concepto de la finalidad objetiva del edificio. En función de esa subordinacion, los elementos que proveen belleza al edificio deberán ser coherentes, mesurados y apropiados para el tipo de edificio de que se trate; esta coherencia de la belleza con el tipo de edificio está relacionada con la “representacion” de ese tipo de edificio.

En general todo aquello que soporte una belleza adherente se sirve de esta para su representación: “…o embellecer una figura humana con toda especie de dibujos y rasgos trazadas a la ligera pero con regularidad (como hacen los habitantes de Nueva-Zelanda con su picadura), si esta figura no debiera ser la de un hombre; y tal figura podría tener trazos muy finos y una perspectiva más graciosa y más dulce, si no debiera representar un hombre de guerra.”

Siguiendo esta lógica, una iglesia, por ejemplo, debe poseer una belleza que ayude a la comprension de su utilidad. Entonces, una iglesia debe “representar” una iglesia, asi como un establo debe representar un establo y una vivienda debe representar una vivienda.

Representación, Re-Presentacion

Si los tipos de edificios se distinguen entre si básicamente por la funcion a que estan destinados, para utilizar los mismos ejemplos de Kant, “…una iglesia, un palacio, un arsenal, una casa de campo…” y cada uno de estos tipos de edificio debe a la belleza adherente su representación adecuada, entonces podemos resaltar, por lo menos, dos hechos significativos:

1. Que la belleza adherente se corresponde con una representación específica para cada tipo de edificio y por lo tanto está subordinada siempre a la utilidad de este ; y,

2. Que una tal representación en tanto que re-presentación, presupone que, para cada tipo de edificio, existe en algun lugar un referente original que, actuando como modelo, da principio a un orden de reglas que prescriben una clase de belleza apropiada.

Será el genio el que permita al artista el tener acceso a una suerte de fuente legisladora que le proporcione los modelos con los que debe trabajar.

En el caso de la arquitectura, por ejemplo, el genio deberá dar acceso a los principios con los que debe ser embellecida una iglesia para que se represente bien como una iglesia.

Siendo la arquitectura productora de objetos de arte, en el tanto que cosas “producidas con libertad”, debería constituirse en una vía que permita al hombre desprenderse del determinismo de la naturaleza. Pero la naturaleza parece haberse garantizado que esto no suceda mediante la implantación en el artista del genio.

El genio, siendo la facultad innata, o talento natural, se convierte en el legislador por medio del cual la naturaleza da la regla al arte en el sujeto.

Si por ser el objeto arquitectónico aplicado a un uso específico debe ser construido a partir de una geometria de formas básicas fundada en la simetría, y al mismo tiempo, por tener una finalidad estetica relacionada con la representación del uso, debe ser “embellecido” siguiendo principios que hagan posible esa representación; Y si es la naturaleza, mediante el genio, quien dicta las reglas al arte de la arquitectura para que pueda constituirse como tal,

¿No se presenta entonces, el camino de la arquitectura como un callejon sin salida que nos deja sometidos sin remedio, a una naturaleza determinista?